martes, 27 de enero de 2009

Por Snoopy

Cuando me contaron que Obama había jurado su cargo por segunda vez, un día después, en la Casa Blanca, me hicieron sonreír. “Es como una copia de seguridad.”, me dijeron, “Típico de los americanos.”
Tuvieron que pasar un par de días para que me diese cuenta de algo. Entrando en la lógica del juego de los juramentos –otra cosa es que nos la creamos-, Obama se comprometió a hacer X en su primer juramento.
¿Qué clase de valor tiene ese juramento si al día siguiente jura otra cosa? Además, el juramento público no siguió la fórmula exacta, hubo un pequeño error. El segundo sí que la seguía... y eso significa que, por las buenas, anuló el juramento anterior por uno que, aunque levemente, era distinto.
¿Qué le impide coger al día siguiente y jurar lo opuesto? ¿O jurar algo nuevo cada día?
Un juramento no son más que palabras, que nunca podrán limitar realmente las acciones del presidente más poderoso del planeta. Pero si jugamos a jurar, ¿Por qué cargarse en cuestión de horas las reglas del juego?

2 comentarios:

  1. Yo pensaba que el juramento era en esencia el mismo, sólo cambiaba el orden de algunas frases... no? Todo forma sin importancia, vaya.

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  2. Deberías empezar a leer y a postear en blogs de otra gente, más o menos conocidos, si no lo haces ya. Para que más gente tenga acceso aquí y eso.

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