martes, 30 de diciembre de 2008

Amigos

“Un amigo lleva una botella de vino a tu casa cuando hay fiesta. Un verdadero amigo llega completamente pedo, se toma todo lo que encuentra, se descojona de tus invitados y te hace quedar como el culo”. Así describe a los “amigos verdaderos” un e-mail en cadena ya veterano.
De estos amigos, tengo media docena, seres extraños que conocí de pequeño y con los que sellé una alianza irrompible. Aunque la vida nos ha hecho caminar por senderos tan distintos que, al final, somos personas muy diferentes. De no llevar tanto tiempo juntos, no creo que fuésemos amigos.
Tal llega siempre tarde, cual se olvida de todo, el otro la lía hasta extremos inimaginables... En mi gran magnanimidad, tolero a mis “verdaderos amigos”, con todas sus imperfecciones, porque son como de la familia. Aunque a veces acabo de ellos hasta las narices. Maldigo, me enfado, grito... ¿Por qué tienen que ser tan inaguantables? Y, un día, me doy cuenta de que ellos son tan “verdaderos amigos” de mí como yo lo soy de ellos.

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